Algunas cosas sobre los cabros muertos.
X John uberuaga
Habrá tiempo todavía / para decirle /
Madre / buenas noches / regresé / con una bala en la cabeza / he ahí mi
almohada / quiero echarme / y descansar.
Si la guerra / alguna vez toca la puerta
/ diles / que estoy descansando / Ghassan Zaqtan (Palestina, 1954)
"es imposible la existencia de las personas sin la existencia de
la propiedad privada”. Jaime Guzmán,
citando a al papa Pio XI
1
Diego y Ezequiel, y otras 100
personas estaban replegándose de la manifestación principal cuando un narco los
agarró a balazos.
La operación policial podría
calificarse de un éxito. Los carros blindados lanzándose a toda velocidad detrás
de estudiantes, profesores, manifestantes, capuchas. etc... tapados en gas lacrimógeno,
como un sudario.
Con el 21 de Mayo tan cerca es
importante para la policía hacer un estudio de las tácticas represivas, y una medición
de las fuerzas callejeras.
Así que Diego y Exequiel y
otras 100 personas se replegaron y corrieron, como si así el capitalismo no pudiera alcanzarlos, hasta calle Huito,
entre Salvador Donoso y Yungay.
2
Giuseppe Briganti Weber, pimpón para
los pasteros, aparece en muchas de sus fotos de facebook mostrando anillos y
relojes de oro, autos caros, armas automáticas. Hay una foto en donde tiene
puesta una máscara de Guy Fawkes, y frota contra su cara un grueso fajo de
billetes de color naranjo y azul.
Una señora vecina del asesino aclaró
que la familia de Briganti Weber es dueña de los cafés con piernas y toples que
están en esa cuadra, y que suelen ostentar su condición de raza superior y blanca han
agredido antes a vagabundos y comerciantes callejeros. Los capuchas más jóvenes
le gritaban que era un narco culiao, que teníamos
q entrar todos y pitiarnos al narco culiao.
3
Los pacos, Fuerzas especiales
de Chile, armados hasta los dientes, entrenados por las fuerzas fácticas del
estado, seleccionados con pinzas, con una nutrida historia de experiencia en
manifestaciones y asesinatos, a bordo de vehículos que costaron millones de
pesos, aseguraron no saber nada de primeros auxilios y no tener ningún botiquín,
ni gasa, ni alcohol, ni nada. Se limitaron a esperar (con una paciencia conmovedora),
y a retirar a la gente del lugar de los hechos y dejarlo limpio para cuando
llegaran los perros más grandes. Indolentes a las peticiones de todos, de que
los llevaran ellos mismos al hospital, que por cierto no queda a más de 5
minutos de la plaza, negándose incluso a permitirnos retirar a los heridos en vehículos
particulares.
Una vez que Ezequiel y Diego
se habían desangrado (unos 30 minutos después de que Briganti les disparara),
los pacos subieron sus cuerpos a los vehículos y se los llevaron del lugar.
Alguien, no recuerdo quien ni como, se encargó de borrar las manchas de sangre
del piso. Cuando volví a mirar la mancha roja donde estaban tirados los cabros,
solo vi una poza de agua oscura.
4
Una hora antes que mataran a
los cabros, profesores, estudiantes, pobladores, capuchas, trabajadores, etc. gritábamos
y exigíamos la necesidad de construir una experiencia educativa que no se base
en la Competencia y que no esté al servicio del Capital. Precisamente, en un
territorio donde se educa sin amor ni compromiso, se cría una sociedad
indolente, personas que pueden esperar con una paciencia conmovedora (y riendo
por dentro) a que otros mueran, que pueden frotar sus rostros con dinero y sin
asco, para quienes la defensa de la propiedad privada es una religión.
Diego y Ezequiel y todos los
que nos manifestamos el jueves 14 de Mayo, jueves negro, creemos que la práctica
crítica, cultural y solidaria, tanto en la calle como en nuestra cotidianeidad,
aunque esta cotidianeidad sea horrorosa, puede ayudarnos a reparar todo esto.
Toda este experimento capitalista, todo este tubo de ensayo en donde vivimos.
5
Sabemos, siempre hemos
sabidos, que estar en una marcha, en una
protesta, en una barricada, es estar denudo y descalzo, como el invierno, ante
el fascismo, y que cualquier compañero, compita, colega o capucha que esté a tu lado es tu hermano de sangre.
6
A los cabros los mató un
narco.
Pero no solo un narco
Los mató todo el capitalismo,
toda la historia de fascismo y dictadura que pesa en nuestros hombros.
Les disparó la misma mano que mató
a Claudia López, a Alex Lemun, a Matías Catrileo a Rodrigo Cisternas, a Manuel Gutiérrez, a Pablo
Jiménez. La misma mano que le prendió fuego a los cerros de Valparaíso y a los
bosques del sur.
La misma mano que paga para
que en nuestro país la educación siga siendo un bien de consumo.
7
Cuando los pacos dejaron morir
a Diego y Ezequiel desangrándose en el piso, cuando los manifestantes se dieron
cuenta que no hay nada que pudieran hacer, plaza Victoria se convirtió en ese callejón (esa Isla) que es esta ciudad a veces. Era como intentar caminar y
escuchar bajo el agua.
Chile tiene formas crueles de
recordarnos que vivimos en un país esencialmente fascista, y este pequeño pueblito
frente al mar sigue quemándose.
Giuseppe Briganti Weber, |
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