Deseo agradecer a Hebra Editorial y a Daniel
por invitarme a ser parte de la presentación de este libro hermoso y
fundamental junto a un poeta como Jaime Pinos. Gracias. Luego, debo declarar mi
total parcialidad al hablar sobre Daniel Tapia o cualquiera de sus
producciones, soy un interesado en el transcurrir de su estrella a lo largo del
calendario y un agradecido de las lecciones que ha tenido a bien darme.
Confieso que me considero a mí mismo como un danieltapieísta fogueado,
situación a la que he llegado tras casi década y media de compartir poemas,
lecturas, cine, música e intimidad. No sería el mismo si Daniel no me hubiese
convencido de abandonar una mirada prejuiciada y adolescente sobre Nicanor
Parra, si no me hubiese iniciado en los misterios de la música de Charles
Mingus y si no me hubiese acompañado tras una ruptura de la cual emergí con un
amigo nuevo, él.
Pero estamos aquí para celebrar la aparición
de La contru de mi alma, libro con el
que Daniel Tapia, gracias a los oficios de Hebra Editorial, hace su debut en
las ligas mayores de la poesía chilena. La
contru de mi alma es un libro que reflexiona sobre la situación del sujeto
asalariado en una sociedad que permite la explotación, pero desde la primera
línea de la batalla, la construcción. Se trata de un libro que vuelve sobre las
ideas de Francisco de Quevedo en su poema Madre,
yo al oro me humillo, sobre el dinero y sus efectos en los seres humanos,
es decir, que "da calidad al noble y al pordiosero" y que "da y
quita el decoro y quebranta cualquier fuero". Se trata de un
"poderoso caballero" bajo cuya enseña el trabajo, el tiempo y las
vidas enteras de trabajadores sin voz son arrendadas y mal pagadas, situación
que se hace visible gracias a la aparición de un poeta en la obra, alguien cuya
voz (cuyo canto) halla su propia forma ante las historias de las cuales es
testigo.
El libro se abre con la imagen de una moneda,
un óbolo, una moneda cuyas caras son la muerte y el nacimiento de un niño, la
derrota anunciada y la esperanza, todo puesto en perspectiva con las palabras
del poeta argentino Arturo Carrera: "la vida gratuitamente recibida / en
sí misma no tiene ningún precio". Ese recién nacido, que es una promesa y
que, a su manera, es la imagen de todos los seres humanos, no debe jamás ser
moneda de cambio para el poderoso. La vida de un ser humano no es un bien que
se pueda comprar y, sin embargo, hoy esto es permitido a través de leyes
laborales injustas, sueldos de miseria y un sistema educacional que promueve la
desigualdad.
Si bien la lucha de clases está entre los
cimientos de este libro, el argumento de La
contru de mi alma no es marxista. Para mí, detrás de cada poema de este
libro hay una noción de justicia que es posible encontrar en los evangelios, en
las sencillas lecciones de un Cristo que los dueños del capital, cristianos
hipócritas ellos, se permiten ignorar, pero que los obreros hacen suyas. Es el
caso del Maestro Bendiciones y Manuel, el excavador evangélico que sugiere al
autor la lectura del Evangelio de Mateo. Una lectura que, ante la injusticia de
esta vida, propone la conformidad de la creencia en la vida eterna, a la que
los obreros llegarán tras cumplir su destino de bolsas de té que dan color y
sabor al agua clorada para luego ser desechados con el resto de la basura.
El poeta abandona su trabajo en una librería retail de un mall y se une como vigilante o rondín a la construcción de un loteo
que llevará por nombre Michelle Bachelet, un nombre apropiado para servir de telón de fondo al argumento de este
libro, que podría ser la novela de un Nicomedes Guzmán contemporáneo o, como
dice el mismo autor, de "un cuento de Bukowski". Una película en
cuyos créditos iniciales podría sonar la voz de Víctor Jara cantando
"Cuando voy al trabajo" mientras el protagonista lleva en su pecho el
nombre de su hijo, que significa "respiro".
La contru de mi alma es el relato de una
"estancia" como lo pueden ser "Una temporada en el infierno"
o "El diario de un ladrón", este libro es una "residencia"
a la cual el autor lleva sus ojos, sus oídos y su escritura, instrumentos con
los cuales registra las voces y las historias de los trabajadores de la
construcción. Es decir, se trata de un libro cuyos poemas tomados como conjunto
constituyen un documental en primera persona, la obra de un autor que lleva la
cámara al hombro mientras presencia la acción externa del campo de batalla y
también cuando los protagonistas de la batalla abren su intimidad al ojo ajeno.
La noción de registro documental aparece en
el libro, primero bajo la forma de un proyecto inconcluso del que debía formar
parte Gabriel Aros, uno de los personajes presentes en los poemas de este
libro, y luego bajo la forma que asume el propio libro que estamos leyendo, es
decir, la forma de un documental en verso. Este aspecto se ve reforzado por el
conocimiento que todos, incluso quienes jamás han puesto un pie en una
construcción, tenemos de qué y cómo es una "obra". Ninguno de nosotros
ha estado en la guerra, pero sabemos cómo funciona la guerra, sólo nos bastan
una par de personajes bien delineados para adentrarnos en ella. Lo mismo ocurre
con la cárcel, espacio que el autor compara con el de la construcción, a la que
denomina colonia penal.
El autor nos hace ver el sitio, el espacio
que usará como set y, una vez que este escenario está definido, hace entrar a
escena a los obreros, los protagonistas, a través de poemas individuales dedicados a personajes puntuales y ciclos de
poemas dedicados a: los cuidadores, los perros, los Fernández y los Aros. Y en
medio de todos ellos, encontramos al autor, que al principio se esconde para
leer, pero después de injustos descuentos a su sueldo lee simplemente delante
de todos. El autor, cuya "bitácora", este libro, se escribe día a día
en medio de la obra y entre los obreros.
Este escribirse como proceso nos lleva a
reflexionar sobre el título del libro: La
contru de mi alma. Este título no sólo constituye una forma afectuosa de
referirse a la obra entendida como quiénes la conforman, los obreros, sino que
habla también de un proceso que se está llevando a cabo a medida que vamos
leyendo, un proceso donde la escritura y la vida son comparados con la
construcción. Así es como vemos al poeta de pie en medio de "su obra"
y en medio de "la obra"; imagen que es doble, pues Espinoza, uno de
los cuidadores de la contru, es también el dibujante e ilustrador del libro que
hoy presentamos.
En la última sección del libro encontramos un
homenaje a Ximena Rivera Órdenes, poeta visionaria; una secuencia de poemas
donde el autor expone su vida laboral después de la contru; y el poema final
del libro, donde se funde con una multitud que bebe en el día del joven
combatiente. Descorazonado piensa en los hermanos Vergara, los degollados y los
hermanos mapuches, "nuestros muertos", piensa en el dios de los ricos
y en el dios de su abuelo, para después meterse a la cama y dormirse con la
imagen del rostro de su hijo en los párpados, la imagen de la esperanza y la única
razón para seguir luchando. Niño, cuya sonrisa, es lo único que desea llevar al
reino de la muerte, así el libro se cierra tal como se abre, con la derrota
anunciada y la esperanza.
Para acabar, quisiera decir que,
simbólicamente, en términos alquímicos y también psicológicos, podemos igualar
el dinero a las heces. Las primeras lecciones de economía que aprende un
infante son las de gastar (defecar) y ahorrar (contener sus propias heces). Por
otra parte, frecuentemente, en las historias que provienen del folklore vemos
como el oro se transforma en heces y en la alquimia, como el opus magnum parte
desde el nigredo a su transmutación
en oro. Entonces, amigos y amigas, no es tan descabellado esperar que quienes
se enriquecen a costas de las vidas de los obreros y los trabajadores, que
quienes amasan fortunas y las ven acumularse hasta los cielos, mueran hundidos
en su propia mierda.
Rodrigo Olavarría
Septiembre, 2014
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