20100809

Dádivas - Guillermo Ardissoni

 
 
(Obra completa disponible para lectura gratuita y en línea al final de la entrada)



a Vilches

Tengo una profunda necesidad de bosque
una larga nostalgia de árboles
y esta sed de amplitud tan ardiente que me acoge
se asoma acuosa por los poros de mi lengua
que nada advierte
todo toca

Aguardo dentro un profundo clamor de campo
una sed de viento y
brisa
incontrolable
que mi cara cierra los ojos
y se somete al cumbre cielo de su memoria
conforme el sol se mueve
ella se acomoda

Lanzo tanto dardos como pétalos
desde mis ojos
hasta la cima donde otrora
un hombre alzaba los brazos y remezclaba las estrellas
con la punta de los dedos
lanzo tantos dardos desde
ésta
mi sedienta boca
que mis años se van quedando y mi sombra
viaja sola (sin mí)
montada apacible en la espalda de orión

pero

Calma que el retorno recién comienza
y las frutas que me aguardan
no se pudren
maduran
y para cuando el sol serrano salga por la mañana
abriéndose majestuoso en la garganta de la cordillera
de pie y justo en frente estaré yo
con el corazón torrentoso y latiendo sobre la mano
grabando mi nombre
en la corteza de cualquier árbol que se ponga en mi camino

Allá
muy lejos en la cima
donde todo es gigante y vibra en un delicado
y casi imperceptible movimiento de baile
en donde el alma se multiplica en millones de partículas
de cielo
y donde es fruto el hombre por entero
hay un nacimiento esperando por mí
 



a la casa y a su gramática del silencio


Esta vez hay muy poco, casi nada:
Ni una multitud de golondrinas girando en torno a mis cabellos hay,
Ni el trino ladridos de perro ingenuo afuera;
Hay solo un relámpago cortando el frío de la madrugada,
Un pez brincando entre las sábanas,
una mano enrollándose alrrededor de la puerta

Las paredes en torno se arrugaron con las lágrimas mi cuarto,
Lágrimas que se descolgaron solas
Que nadie lloró,
Pues no hay nadie en la casa
O al menos
Muy pocos:

En el baño, una muerte usa mi cepillo como un peine,
Tres hormigas giran sin poder salir de la tina
Y es todo.

Una pequeña mariposa se ha pegado en mi labio,
Ocupa el espacio que nadie ocupa en mi labio,
Aletea despavorida en las fisuras de mi labio,
Desesperadamente y despavorida:

Tú bailaste tangos con tu borrachera anoche mariposa,
Yo canté rancheras mientras desesperado en luto…

Yo y la soledad…
Nadie más en la casa…
Somos muy pocos, a veces pienso…
Somos muy pocos…

Esta noche, no se encenderán las velas en mi cuarto,
No hay para qué,

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